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sábado, 23 de febrero de 2013

Guillermo Coppola, tendrá su propio show en tv y se llamará “Tentativamente Guillermo”


 
A poco del estreno del reality en el que repasa su vida, da detalles del programa, cuyo primer capítulo estará dedicado al caso que llevó su nombre. Recuerdos de la cárcel, su relación con el astro, sus enemigos y el respeto de la gente. Isidoro Cañones, Cristiano Rattazzi, Hugh Heffner, James Bond, Cacho Castaña, David Beckham… 
La lista de bon vivants es ecléctica y no está del todo actualizada. Algunos personajes de historieta, otros de ficción y unos pocos que logran combinar el paladar, la elegancia, los romances con apetecibles señoritas, la suela gastada (preferentemente de noche) y cierta astucia en la vida real. Guillermo Coppola podría encuadrarse dentro del grupo de dandies reales. Aunque, digno representante de esa especie, no se haga cargo del mote y, es más, de jugar al desentendido. Pero en el fondo sabe que ese adjetivo le sienta de maravillas.–¿Sos el dandy argentino por excelencia?–No, ¿quién es el dandy argentino?–Vos.–Nooo, pero tengo un lindo recorrido. Cacho (Castaña) es el número uno y no hay con qué darle. Siempre competimos y somos muy amigos. Cacho es un crac.Película, libro, anécdotas, tevé. El hombre de la cabellera blanca se reconoce un gran contador de historias. Tiene fe en que con su nivel está como para pelearles a los mejores en la materia. Incluso al mismo Luis Landriscina. Su técnica no es compleja: no estudió oratoria ni tomó esos palermitanos cursos de stand-up. La fórmula es mucho más sencilla. Y la explica: “Soy un muy buen narrador. Estoy para competir en narración con el que mejor narra. ¿Sabés por qué? Porque las viví a las cosas que cuento. Entonces no me es difícil. Le pongo jugo y énfasis”.Tanto jugo le añadió a sus vivencias que le propusieron tener su propio programa de televisión, un lugar para repasar gloria y ocaso, día y noche (y más noche), paraíso e infierno, Maradona y la cárcel de Dolores (y dolores). Esos 90 días de prisión que nunca podrá olvidar. Esos tres meses de oprobio en los que se tuteó con el diablo.Ya escribió su libro, Guillote, que agotó dos ediciones; ya rodó una película-documental, que se llamó El representante de Dios y se emitió por el canal Infinito. Ahora va por su propio show, que contará con entrevistas. Se llamará tentativamente Guillermo, a secas, aunque no está definido, y será transmitido por C5N.Lo único concreto es que Diego Maradona, su otra mitad, no será de la partida. Al menos no hasta el momento de hacer esta entrevista. Cuando se le pregunta por la presencia de su ex mejor amigo, es el único momento en que contesta con brevedad. Amable pero cortito.Guillote suele ser amplio en sus respuestas. No tiene traumas ni cuentas pendientes, entonces se explaya. Hace gala de su virtud. Así como Diego gambeteaba y gambeteaba dentro de una cancha de fútbol, Coppola es un virtuoso de la labia.–¿Diego va a formar parte del programa?–Diego es importante pero es MI vida. Siento que –¡puta!– es un pedazo muy importante de mi vida, pero la disposición tiene que ser de la gente. Entonces no va a estar.Lo que no faltará en este racconto es, sin dudas, el denominado Caso Coppola, que comenzó como un caso judicial y terminó como un circo televisado. Basta si no con revisar archivos de la época y ver el programa de los mediodías de Mauro Viale, que explotaba las planillas de rating con hasta entonces desconocidos ilustres. Algunos sobrevivieron al famoso caso del jarrón y se convirtieron en estrellas de la tevé bizarra; otros sucumbieron ante la vorágine de las cámaras; algunos otros reformularon su vida. En síntesis, crecieron. Jacobo Winograd, Mariano Cúneo Libarona, Yayo Cozza, el Conejo Tarantini, Samanta Farjat y Natalia Denegri, Fernanda Villar y su madre, los policías Gustavo Diamante y Antonio Gerace, el ex juez Hernán Bernasconi. Para muchos, apellidos que nada dicen; para otros, celebridades.Guillote volvió a reunir a mucha de aquella adorable fauna, pero 16 años después. “La idea de este programa surge porque siempre tuve ganas de contar qué había pasado. En un momento fue un gran circo, un gran reality que se inicia con la información que salía del juzgado. ¿Por qué no ataco a los medios? Porque los medios recibían información del juzgado. ¿Entonces qué ponían? Coppola es puto, Tarantini es buchón, el otro es gigoló, la otra es ladrona. Vendían pescado podrido, por ende se escribía eso, lo que informaban. Que éramos narcotraficantes, que transportábamos la droga en cajones, que esto era un quilombo. ¡Al lado de la Embajada de Estados Unidos! ¡Con custodia las 24 horas!”Coppola intercala preguntas que él mismo responde. Coppola enfatiza. Coppola habla con signos de admiración. Es en verdad un gran narrador, un tipo que sabe mantener la tensión a lo largo del relato.La causa comenzó en 1996 cuando el ex juez Bernasconi ordenó allanar el departamento de Avenida Del Libertador donde vivía (y vive) el entonces representante de Maradona. Allí se organizaban fiestas casi a diario a las que concurrían famosos que no mencionaremos porque él no lo hace.En el allanamiento encontraron supuestamente medio kilo de cocaína escondida en un jarrón. Un jarrón que pasó a la posteridad. Un jarrón sobre el cual Guillote se permite bromear. En su casa tiene dos jarrones. En uno de ellos no entra hasta el fondo el puño de una persona adulta; en el otro, sí. Ahí es donde la policía plantó la droga. “Nene, ¿lo viste al jarrón? A ese no lo vendo más”, bromea.Y prosigue. Al fin y al cabo no deja de ser un tipo que estuvo preso por ser el anfitrión de unas fiestas por las que muchos hubieran donado un riñón para participar. Guillote lo sabe, y reivindica su pasado: “Con mi vida de soltero hago lo que quiero, hice ayer lo que quise. Algunos periodistas que me conocían y saben que soy un obsesivo del orden, de la limpieza, de la prolijidad, del cuidado de mi persona, desconfiaron de la versión de la droga”. Coppola es un tipo pulcro. Tiene las uñas de las manos hechas, el vestuario impecable, los rulos prolijamente desprolijos. Es un hombre preocupado por su imagen y por que todo salga como pretende. Se encarga de que los técnicos que están trabajando tengan bebida, sanguchitos de miga y chocolate; se exaspera hasta el colmo de montar un escándalo cuando le informan que llegó tarde. “Nene, no llegué tarde”, consulta al productor; “Carli, no jodas, ¿a qué hora era?”, le pregunta a Carlitos Randazzo, ex representado suyo, quien jugó en Boca y River y hoy es su mano derecha. “Nena, vos decime la verdad. A mí me citaron a las cinco y media”, le pide a la maquilladora. Cuando las respuestas evidencian la tardanza de Guillote, se viene el huracán: “¿Pero cómo? ¿Cómo me van a decir que dejé a la gente esperando? ¿Qué se piensan que soy? Yo te respeto, nene. Me gusta que me respeten, entonces respeto. Es una locura que digan eso”. Coppola se deshace en disculpas.Samanta Farjat, la entrevistada del día, señala: “¡Cómo se nota que hay una nena! En otra época no podría estar así el piso”. Y la nena es su hija Isabella, que tiene 4 años. Sin dudas, Guillote es meticuloso. Y aprovecha las disculpas, la pulcritud y ciertos berretines maníacos para colar su opinión política: “Respeto a la prensa y la libertad de opinión, aprovecho para decirlo porque me parece una barbaridad que haya medios que quieran bloquear la opinión de los periodistas”.Pero la charla prosigue alrededor de la causa, del tan mentado Caso Coppola: “Pusieron una testigo de identidad reservada que dijo que era novia mía y –pobrecita– la veías y no había posibilidad de estar de novio con ella.No hablo ni siquiera de estar de novio, ¡de mirarla!: ¡te lastimaba mirarla! ¡La mirabas y se te rompían los ojos! Terminó siendo la novia de uno de los policías. ¡Pobre piba! La llevaron a declarar y tenía que decir que yo era un olvidadizo que dejaba los “paquetes” olvidados. Entonces me hacen un careo:–¿Vos conocés mi casa?–Por supuesto.–¿Y cómo es, cuántos baños? ¿Cuántas puertas? ¿Qué piso? ¡Nada, no sabía nada! La mandaron cruda, y así se desarrolló toda la causa, pero desde el juzgado salía: “Una ex de Coppola declara que es olvidadizo”. “Tiene un cajón lleno de pastillas”. “Tiene un mueble con paquetes que…”. Bueno, esa fue la historia.–¿20 años tenían, Samantita?–18, cumplí 19 en medio del caso.–¡18 años! Comparado a lo que pasa hoy, ¿sabés quiénes eran? ¡Heidi! Y el otro era el perro de Walt Disney, el dibujito más bueno de Walt Disney. Con lo que pasa hoy, olvidate. Del juez no hablo ni lo nombro. ¿Sabés por qué? Porque tiene hijos y no tienen por qué cargar con lo que hizo el padre, que es un delincuente con apetito de ascenso. Un idiota y además un cobarde, porque se profugó. Un ignorante al que juzgaron sus propios pares. No es que lo estoy diciendo yo 15 años después producto del rencor. Ya pasó. (elguardian.com.ar)
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